sábado, 21 de febrero de 2015

La rama del árbol

Un día de fuerte viento salí a pasear al castro. Allí, en lo alto de la fortaleza, se pueden tocar las copas de los árboles con las manos.
 
Un gran pino se movía salvaje, lanzaba sus ramas de un lado a otro, sacudiéndose... Se entregaba a aquel movimiento como si fuera lo único que existiera, sin quedarse nada para si.
 
Qué curioso pensé,  podríamos sentir que este viento es una amenaza sin embargo para este ser es un gran disfrute...
 
- Estos vientos no soplan todos los días, me dijo el árbol completamente entregado a su experiencia.
 
Yo sentía el viento moviendo mi cuerpo y agarraba mi existencia a la barandilla mirando hacia abajo y pensando, estábamos a una altura considerable.
 
- Y no te da miedo que se te rompa una rama y se caiga?
 
- Por qué había de temer? Respondió sereno. Tan solo dejaría de ser parte del árbol y empezaría a ser parte del suelo
 

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