Respiro. Me centro.
Me voy dentro. Me silencio.
Sigilosa se abre ante mi la puerta de tu reino.
La atmósfera me sonríe. Cálida me abre sus brazos.
Y una amplitud serena, se hace dueña del espacio.
Tu mirada me sostiene, me invita a que me deleite.
Mi cuerpo se diluye en una serena euforia.
Mis pulmones se derriten para albergar este aroma
De almendra, canela y miel
Y el aura de la amapola, en cada respiración, me recuerda:
Esto es la Gloria
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